Articulo publicado en la revista web carp, mes enero.
SENSACION IKTUS.
Pienso que cuando te gusta una cosa, lo que sea, te vuelcas en ello, haces e
inviertes lo que sea necesario para conseguirlo, es así. Sin embargo los peces
no entienden de esfuerzos, de intereses ni de ilusiones. Allí estaba de nuevo por
segunda vez en el mismo año, tenía claro que volvería pero nunca que hubiera
sido tan pronto, Iktus frente a mí.
Esa mezcla de sentimientos, de sensaciones, de emociones, que vamos sufriendo
y padeciendo, la prisa por llegar, de pescar a toda costa, de tirar las cañas ya, la
relajación al ver los cebos posicionados, la primeras prisas, la incertidumbre,
¿picaran?, la espera, la intranquilidad permanente de poder hacerlo mejor,
y en un segundo todo cambia, subidon de adrenalina, nervios…. Alegría, fotos,
compañerismo, soltamos el pez, nos sentimos satisfechos…
Sales de tu casa, te vas a otro país, a pescar, con otro tío que esta igual de
loco que tu como poco, con la furgo que nadie sabe para qué usas, cargada
hasta los topes, todo llega, rumbo Iktus.
Hay veces que parece, crees, lo sientes , estás tan seguro de que todo va a
salir bien que no podría ser de otra manera, esta vez era así, no había dudas,
a nuestra llegada, muchas capturas en el puesto, y mucha, muchísima actividad
en la zona, emoción, prisa, alegría, alegría, alegría, alegría. En apenas unas
horas de pesca y antes de dormir, cuatro peces fotografiados, estábamos
disfrutando, estábamos arriba en el pico, así estuvimos dos días con muchas
picadas, perdiendo y sacando peces, a vueltas con los anzuelos….
Es verdad que casi toda la pesca del lago estaba concentrada en esa zona,
pero también los pescadores. Te cargas de ropa de abrigo porque no quieres
pasar frio, mediados de Octubre, junto a los Pirineos, la cosa se pone tibia,
el sol calienta y los peces deciden marcharse de allí, empieza el éxodo a la
otra punta del lago…
De repente una tarde sin picadas, una noche, otro día, hemos bajado al valle,
ya no están, nos planteamos un cambio de puesto, tienen que volver, sabemos
que va a llover, no hay ninguna actividad, al final empieza a llover, alegría,
de repente un carpón, sigue lloviendo, y ves pasar un día desde la ventana
tu biwi, y te duermes con la lluvia y despiertas con ella, y al final, cuando ya
no crees en nada y has bajado los brazos, oyes el sonido mágico… una, dos,
tres, hasta seis veces. ¿Se plantearon las carpas tomarme el pelo? Ellas
vuelven y yo me tengo que ir, por supuesto lloviendo.” Pensando, soltando
pájaros, desvaneciendo imágenes”…
Veinte carpas de 10,5 a 19,200 kilos y tres esturiones de 18 a 26 kilos,
bien, mal, regular... para mí, genial, me gusta… Iktus.
Oscar borrego. WESTCARP.